Para mí la terapia supone una relación especial de confianza, seguridad y acompañamiento a lo largo del proceso vital en el que una persona se encuentra en el momento en que decide solicitar ayuda.

«No hace falta tener un problema grave o patología para empezar este proceso. Se puede abordar todo tipo de problema o suceso que hace sufrir y la persona por sí misma no consigue gestionar, sobrellevar, colocar, o hacerse cargo.».

Es importante intervenir lo antes posible para que el conflicto no se enquiste, empezar a generar bienestar, y percibir que existen formas diferentes de posicionarnos ante lo que nos preocupa, molesta y nos hace sufrir.

La periodicidad ideal al comenzar el tratamiento es de una vez por semana, espaciando las sesiones a medida que se note mejoría, quincenal o mensualmente, según cada caso concreto. La terapia puede durar desde unos meses a años en función de la evolución y los objetivos de cada paciente en particular.

El tiempo de las sesiones puede variar dependiendo de  la modalidad de la terapia pero suelen ser de 60 minitos una duración.

Suelo emplear de dos a tres sesiones en realizar una exploración y evaluación inicial del caso y problemática para después comenzar con la intervención y proceso de cambio.

En cada caso se marcan unos objetivos junto con el paciente y se van revisando y reformulando a medida que avance la terapia.